¿Por qué no tenemos autobuses nuevos cada año?

En el mundo del automóvil es común ver novedades cada año: nuevos diseños, mejoras en rendimiento o cambios estéticos que mantienen vigente a cada modelo en el gusto del público. Sin embargo, en el mundo de los autobuses, el ritmo es distinto. Más pausado. Y por eso, constantemente leo comentarios de personas que se preguntan por qué no hay un cambio estético en los autobuses que circulan en nuestro país, o por qué no aparece un modelo completamente nuevo.

A todos nos gustaría ver autobuses más modernos con mayor frecuencia, aunque sea con cambios visuales que refresquen la imagen de cierto modelo. Pero la realidad, es que desarrollar un nuevo autobús no es tarea sencilla. Hay muchos factores detrás que explican por qué no vemos lanzamientos cada año.

Un ciclo largo, pero necesario

En promedio, puede pasar hasta una década entre una generación y otra de autobuses. Durante ese tiempo, los fabricantes pueden realizar actualizaciones mecánicas o estéticas que permiten que el modelo siga siendo funcional y competitivo. Pero el desarrollo de un nuevo autobús implica mucho más que cambiar la carrocería.

Primero, hablemos del costo. Un autobús no es un bien que cualquiera pueda adquirir. En promedio, un autobús puedes costar alrededor de 8 millones de pesos. Son vehículos de nicho, diseñados para operar durante muchas horas al día y por muchos años, con componentes electrónicos y mecánicos que deben ser confiables y duraderos. Por eso, la inversión debe ser rentable para el transportista.

Lo que hay detrás de un nuevo modelo

Para que un fabricante lance un nuevo autobús, debe invertir tiempo y recursos en múltiples áreas: diseño, selección de materiales, adecuación de la planta de producción, búsqueda de proveedores, capacitación del personal, creación de stock de refacciones, formación de conductores y técnicos de mantenimiento… y eso sin contar los retos actuales como la eficiencia en el consumo de combustible y la reducción de emisiones contaminantes.

Todo esto requiere planeación, pruebas y ajustes. No es viable —ni rentable— sacar un modelo nuevo cada año.

¿Quién pide los nuevos modelos?

Otro punto importante: los autobuses no se fabrican “por si alguien los compra”. Las armadoras desarrollan nuevos modelos porque las líneas de transporte los solicitan. Es decir, hay una "promesa" de compra detrás que justifica toda la inversión. Las marcas van, por decirlo así, a la segura.

Los grandes grupos de transporte en México están profundamente involucrados en el desarrollo de nuevos modelos. Dan retroalimentación constante, evalúan unidades de prueba, sugieren mejoras. Las armadoras les hacen un “traje a la medida” para garantizar que el modelo tendrá ventas.

Un ejemplo claro es el Volvo 9700, que llegó a ADO luego de que el fabricante escuchara sus necesidades. Más recientemente, tenemos el caso de el VOLVO 9800, que nació gracias a una solicitud directa de Ómnibus de México, que buscaba renovar su flota.

Renovar sin saturar

Y aquí entra otro factor clave: la renovación de flota. Las líneas buscan mantener sus unidades actualizadas, pero considerando el tamaño de sus operaciones, no pueden cambiar de modelo cada año. Si una empresa adquiere un nuevo modelo y al siguiente año el fabricante lanza otro, el primero quedaría obsoleto rápidamente. Además, se complica el tema de refacciones: tener piezas para varios modelos distintos es costoso y poco eficiente.

Por eso, tanto las líneas como los fabricantes se toman con calma el desarrollo y lanzamiento de nuevos autobuses.

La industria del autobús tiene su propio ritmo, marcado por la eficiencia, la rentabilidad y la colaboración entre fabricantes y transportistas. Aunque como usuarios nos gustaría ver modelos nuevos cada año, detrás de cada unidad hay años de trabajo, pruebas, inversión y decisiones estratégicas que garantizan que el autobús que vemos en carretera no solo sea moderno, sino funcional y sostenible.

¿Tú qué opinas? ¿Qué modelo te gustaría ver renovado pronto? Te leo en los comentarios.

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